martes, 6 de mayo de 2008

Boletin Humanista 007

HUMANIZAR_NOS
Boletín Humanista. Tulúa, Colombia. # 007. Julio 3 de 2007
humanizar_nos@yahoo.com.mx

1. Pensar:
LA IMPORTANCIA DE CENTRAR-SE


Cuando vemos (cada vez menos) a la gente encantada con las cosas del sistema cosificante, detectamos que están fuera de sí, alteradas y no pueden oír, de modo que no nos queda otra posibilidad que esperar a que se desencanten, se desilusionen para poder escuchar nuestro punto de vista.

Contar con centro de gravedad propio no parece tener atractivo y es algo que se aprende y se construye, no es algo que se da por sí solo.

En efecto, al estar descentrado se produce sufrimiento y uno siente que “todo le pasa” y no sabe bien por qué. En cambio, cuando se cuenta con un centro de gravedad uno esta libre y eso es extraordinario. Esa libertad interna es lo importante aunque no tenga tanto atractivo en apariencia. Ese centro de gravedad y esa libertad interna no acarrean sufrimiento ni a uno mismo ni a los demás. La libertad interna es el indicador del centro de gravedad y la conducta válida hacia los demás es su correlato humano.

Esto nos lleva a ver el concepto de la existencia “en sí” y la existencia “para otros”. Hay quienes, al no disponer de centro de gravedad siempre están dependiendo de los demás, de los valores externos, resultando huecos por dentro, llevados por el oleaje externo permanentemente siendo arrastrados como hojas por el viento y moviéndose con una mirada externa donde todo se ve plano, movidos por hilos externos y sin profundidad.

Con la mirada interna todo se dimensiona.

Es importante comprender los mecanismos de la fascinación que producen la pérdida del centro de gravedad.

Uno puede fascinarse por poca cosa, por una hormiga, una piedra, y mucho más por las personas, equivocándose y produciendo sufrimiento.

Así llegamos a ver que el problema es que el ser humano sufre por pequeñeces, no por grandes acciones y se frena todo. Además, al no poder sustentarse ese sufrimiento por nimiedades, mecánicamente se inventan “grandes problemas”, “enormes sacrificios”, “traumas dramáticos”, “tremendos inconvenientes”, etc. Todo inconsistente. No es poca cosa el poder superar las fascinaciones y ver claro. Este sufrimiento por pequeñeces confunde mucho a la gente a la hora de hacer lo que realmente quiere y realmente se frustra.

Uno ha de aclararse respecto de lo que realmente quiere y hacerlo coherentemente, sólo hay una condición: No perjudicar a nadie. Por eso distinguimos entre un sufrimiento padecido por las contradicciones internas y aquel provocado por quienes siguen los valores del sistema y quieren hacer sus caprichos a toda costa, sin tener encuentra a los demás, sufriendo y haciendo sufrir por eso. A escala social los trepadores del sistema hacen eso: sufren y hacen sufrir a todos con sus “tropismos”.
Una de las pequeñeces frecuentes son los temores infundados, siendo el temor a la muerte el mayor de ellos, junto con el temor a la enfermedad y a la vejez. Sucede que, de todos modos se envejece y se muere, para que desaprovechar el corto período vital con fantasmas, si por el contrario se debiese aprovechar al máximo. Es curioso como los temores oscurecen y alteran con ilusiones algo que no pasa en realidad.

La soltura interna, psicología, se logra aprendiendo a circular por los tiempos de conciencia sin cargas, sin pesos ni zonas oscuras, es decir con libertad y sin sufrimiento y, también, con el dialogo a cierto nivel con otros que puedan ayudar a despejar problemas e ir aprendiendo respecto a aciertos y errores. No hay que temerle a los cientos de errores que se pueden cometer por que son errores pequeños y, si están en buena dirección, son “inversión de aprendizaje”. Ojalá uno pudiera cometer un error tremendo y aprender de golpe, pero, en general, se cometen errores pequeños, subsanables. El punto esta en la carga mental que se le ponga a todo en donde se oscila entre el dramatismo gravísimo a la sin importancia cínica.

3. Actuar:

A aquellos que abrigan esperanzas de reformar este sistema inhumano por medio de la política, la lucha social o la religión, les decimos que este sistema está podrido desde su raíz hasta su cumbre y que ya nada puede detener su colapso.
A los viejos amigos que están por la lucha armada les decimos que con un enfoque violento de la violencia no resultará la paz.
A los ideólogos e intelectuales que se demoran en opiniones les decimos que lo que estamos poniendo en discusión no es el signo ideológico del opresor sino la opresión misma.
A los que abogan por políticas y prácticas de “mano dura” les decimos que la única seguridad efectiva es la de vivir felices, rodeados de buenos amigos.
A los que apoyan la pena de muerte les decimos que millones mueren cada día y eso no ha mejorado nuestra situación.
A los que creen en el “nuevo orden mundial”, les decimos que la uniformidad no es garantía de nada y mucho menos de eficacia y coherencia.
A los desesperanzados y fracasados que se resignan y abandonan sus utópicos ideales de paz y justicia, les decimos que es necesario que elijan si quieren vivir y en qué condiciones quieren hacerlo.
Queridos amigos, estas son, también, formas de violencia que experimentamos individuos y pueblos en el momento actual.

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